Mediodía.
Insoportable calor.
Cansada, sudorosa y hambrienta llego a casa.
Abro la puerta y noto algo ligeramente diferente.
El perro no hace ruido. Curioso.
Y aunque no te pases por acá quiero decirte: GRACIAS.
Gracias por todo mamá. Y gracias al Creador por tener a esta hermosa mujer y espero que la dejes un largo tiempo a mi lado.
Insoportable calor.
Cansada, sudorosa y hambrienta llego a casa.
Abro la puerta y noto algo ligeramente diferente.
El perro no hace ruido. Curioso.
El piso reluciente, las ventanas abiertas y cortinas limpias, adornos perfectamente colocados en todas partes recordándome que la Navidad está cerca y, la mesa... con ese mantel de cuadros rojos y verdes.
Solo puedo pronunciar: mamá está en casa.
Y no puedo evitar sonreír e ir buscarla.
Porque con ese sencillo acto, has hecho que vuelva a ver con ojos de niña ilusionada aquellas luces reflejadas en los adornos del árbol. Sentir que esta época es estar con la familia, que a pesar de tanta paranoia de las compras navideñas y la asquerosa violencia que azota día a día al país encuentre un refugio agradable en dónde estar.
Porque hasta ese momento, pude darme cuenta que no es una casa cualquiera. Es mi hogar. Mi hogar, dulce hogar.
Y aunque no te pases por acá quiero decirte: GRACIAS.
Gracias por todo mamá. Y gracias al Creador por tener a esta hermosa mujer y espero que la dejes un largo tiempo a mi lado.
Comentarios
Publicar un comentario