yo llevé la mía contra el corazón.
Le besé la mano breve y delicada
y la boca mía quedo perfumada.
Muchachita limpia, quién a ti se atreva
que como tus manos huela a ropa nueva.
Besé sus cabellos de crencha ondulada;
¡si también olían a ropa lavada!
¿A qué linfa llevas tu cuerpo y tú ropa?
¿En qué fuente pura te lavas la cara?
Muchachita limpia, si eres una copa
llena de agua clara.
(Rafael Arévalo Martínez)
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